miércoles, 20 de febrero de 2019

Ganar

Una melodía repetida, un mate frío que se intenta levantar con agua caliente, nadie querría salir con los pedazos que dejaste, cómo se puede reconstruir con los huecos que hiciste, el corazón con agujeritos como diría Reina.
Tengo miles de cajas que quedaron con este trastorno del pasado, pero aquello que pensé no sanar hoy se formó la cascarita, pero hago lo mismo que con las físicas, las rasco porque pican, a veces arranco la costra y empieza a sangrar. 
Tengo como reflejo escapar a lo que se acerque a sentir, sé que no tengo que esperarte pero en el fondo del vaso no está la pastilla del olvido, sino el placebo de algo que no sana. Alcohol a la herida solo hace que arda, aunque limpia. 
Maldita esas ganas de demostrarte todo lo que haría con una segunda chance. No lo vales, va no la quisiste, para qué darte todo eso. La mente que borra lo malo y potencia lo bueno ¿Dónde paso el antivirus al cerebro? 
Estás tan adentro que siento que si te elimino se me va algo de mí. Ese chicle que se pegó al pelo, solo queda cortarlo pero me queda como Lisa y no tengo ganas de hacerme un peinado nuevo. 
Ahora ya no creo ninguna promesa, nada de lo que me dicen es real, me recordaste que la gente cree sus mentiras y las vende como verdades, el grupo Clarín te contrataría para seguir aumentando la grieta, porque en mentiras para la chantada hiciste un doctorado. Declaraste la guerra cuando venía con bandera blanca, el caballo de Troya del siglo XXI, viste mi defensa, mi armadura y abrí la puerta para dejar pasar a los soldados. Los griegos leían el futuro y a mi me encantaría saber dónde está tu talón de Aquiles tuyo que tengo dentro para poder vencerte y que ya no estés, no quiero borrarte, solo quiero enterrarte dentro de mí para tener un lindo recuerdo pero poder arrancar de cero. Es que tu persona que está dentro no me deja, sos ese nivel final del juego que no puedo terminar, Mario no le puede ganar al rey de los Koopas para rescatar a la princesa. 
Resistir la comezón, sacarme de una vez la armadura destruida, animarme a olvidarte, a destruir el Horrocrux de una vez, aunque una parte de mí se vaya con vos, ponerte en el bote y dejarte ir, así la brújula de Jack Sparrow puede señalar a otro lado que no sea tu dirección y poder seguir. 

martes, 12 de febrero de 2019

El nuevo continente

Sucede en un instante, todo cambia sin esperarlo, aparece la respuesta a la pregunta que nunca hiciste, pero era el interrogante que tenías que hacer. La entrada al mirador que te permite ver todo con mayor distancia y claridad. Instante que descubrís algo nuevo en ese mismo paisaje que estabas mirando desde hace tiempo, pero no vuelve a ser igual, nada se mantiene constante menos en el interior de las personas. Ese gesto idéntico a otros, se transforma, porque no es el qué sino el quién. Justo ese segundo donde se te mueve todo o deja de hacerlo.
Ese espacio temporal que se descubre la pregunta errónea, no era el porqué no se puede cambiar la corriente de un río sino por qué uno quiere ir contracorriente y algo que estaba adelante de tus ojos era invisible, pero se vuelve primordial al ser alcanzado por tu percepción dormida. 
La tormenta paró, las nubes se fueron volando, existe ese segundo cuando no hay vuelta atrás, todo cambia. Sin esperarlo aparece la respuesta a una pregunta que no te hacías. En ese mismo paisaje que estabas mirando descubrís todas las cosas que no viste antes, por ceguera o por negación, tal vez inmadurez para poner el ojo donde tiene que ir la bala. 
El acto que antes fue insignificante, de repente obtiene una carga simbólica para moverlo todo o dejarlo quieto. Es un segundo, donde sucedió, ese instante imperceptible para el resto pero no para el que lo descubre. Las miradas y el punto de vista individual, algo que todos observan pero nadie decía por ser obvio, por estar ahí, ese elefante en el cuarto del que nadie habla. 
La imitación de Skinner que deja el telescopio un instante para que Bart descubra el asteroide, que se estrellaría contra la tierra tarde o temprano. 
La mirada donde no tenía que estar, el corazón puesto en el caballo equivocado, poner el premio para alguien que no quería correr la carrera, maldito trueno que te atraviesa hasta los huesos. 
Ese instante maldito que las pupilas se achicaron y entró más luz para poder ver todo con más claridad.
La banda sonora que se escucharía al comprender todo de un golpe, como recuperar la memoria después de darse la cabeza con todo. La perdiste o la ganaste.
Ese momento preciso donde todo cambia y comienza a girar, la rueda de la fortuna o el infortunio, como una fiesta sorpresa. La maldita memoria emotiva, podés olvidarte de todo menos de lo que te hicieron sentir, por años o por un instante, y cuando todo toma un giro que no estabas preparado, la vida te sorprende dando vueltas en mi cama o en otra, pero ya no importa, porque en el paisaje se pudo ver, ese árbol que ni viste, ese mundo explota por lo que era invisible hasta hace un segundo atrás ¿abriste los ojos o abriste el corazón? El principito no estaba jodiendo cuando hablaba de lo esencial.
Pero si todo el tiempo estuvo ahí, cómo pudo ser tan impuntal la realidad de no presentarse antes al encuentro. Embrollo que causan las cosas a destiempo, jugar a no mostrar por si todo sale mal, jugar a no decir para no tener que explicar que hay cosas que llegan al ojo para quedarse, una mirada, un beso, un abrazo, un te amo, tanto sean deseados como no.
Entonces solo queda el silencio, para que dar razones y excusas, mejor callar, desde el espacio sentir y disfrutar ese nuevo descubrimiento, las Américas delante de los ojos de un Colón que pensaba haber llegado a la India, ahora se sabe llegado al nuevo continente.


lunes, 26 de noviembre de 2018

Cerrar la puerta

La mirada dice más que las palabras, el corazón se mueve más que el cuerpo. Una acción deja todo en seco para no volver al mismo lugar.
Es imposible para él determinar cuando sucedió todo, son esas cosas que se es consciente cuando ya se está en el pozo.
De repente aparece ese rayo de sol que ilumina la casa, por alguna razón determinada eso enciende su corazón y lo hace sonreír. Un pasado jugando a ser inmortal se inmola en la decadencia del presente, las hojas de un otoño triste se refundan en ese árbol colorido del final de primavera, parece que las estaciones hicieran juego con su estado de ánimo. Por momentos esa lluvia veraniega que arrasa con su seguridad, en otras ocasiones el sol que alegra corazones y pinta sonrisas.
Las dudas a paso firme, la vuelta al solo sentir sin escatimar en reparos al receptor. La razón deja de ser el otro, basta de análisis siniestros con la mente denostada de valor, ahora se piensa con el corazón, sentipensante como decía Eduardo. Uno no controla al bobo y bien lo saben los que supieron sentir ¿el corazón es más sabio o más iluso?
Sabe que la mejor salida para tanto dolor es perdonar, soltar, innecesario el abastecerse de esa energía que solo sirve para que la sangre se ponga mala como decía su abuela.
La sangre hierve y la decepción no se puede ocultar, es esa yerbita que se pasa por la bombilla y quiere escupir al instante de percibirla, esa nata en la leche que no llegó a sacar del fuego antes y se te pega en la boca.
Entiende que no debe amargarse por lo que no puede controlar, hizo lo posible pero no fue igual el sentir.
La escena tan fuerte de ese Tom tan él y esa Summer tan ella, "sentí por él, lo que no me pasó con vos, todo lo que decías del amor". Supo que no había culpas, ni responsabilidades, el corazón es así, con otra lógica.
"Te voy a decir algunas cosas pibe, pensá para no repetir cosas que lastimaron a los demás, no morir en la tuya como cabeza dura, saber pedir perdón y desaparecer cuando sea necesario" le dijo mientras compartían un mate, "pedir perdón o perdonar es siempre el mejor camino, no para volver a vincularte, eso puede o no suceder, pero para seguir adelante, cada uno hace lo que puede con lo que siente, eso no puede juzgarse" siempre escuchaba las palabras de su papá cuando se ponía con ese aire nostálgico y tragicómico, mirando al horizonte, como si no le hablara solo a su hijo sino también a él mismo, a su yo del pasado.
El muchacho entendió que en los finales de cuento es al revés de los inicios de otros, el que se enamora primero gana y el último que apague la luz y cierre la puerta.

lunes, 15 de octubre de 2018

Maldita sea la mano bien apretada

La botella que cortas para armar el viajero, el balde donde descargas los fluidos alcohólicos de una noche de borrachera, la durabilidad de una historia de Instagram, el mensaje eliminado de WhatsApp, en la cultura del descarte, somos eso que se tira. Maldita costumbre la de soltar y yo sin aprender a abrir la mano.
Ese insomnio que no se cansa, el miedo de tenerte en los sueños para perderte otra vez en el nuevo día. Ya no se aguanta más que no estés en cada despertador de la mañana, por eso no duermo y pierdo la cordura ¿Cómo apagar el sentir? ¿dónde quedarías vos si yo cerrará el corazón ahora?
¿Tendré que dedicarte algo para olvidarte o será que ya no podés aguantar las ganas de hablarme?
Tantas voces de aliento y solo quiero escuchar una que me diga todo lo que soy ¿por qué será que para ser, se necesita de alguien que solo estuvo un rato? 
A veces siento que sos la voz de mi viejo, esa que siempre me decía lo que faltaba en la cancha, aunque todos digan el buen partido, el buen jugador o las ganas que ponía, si me decía que algo me faltaba, no cumplía las expectativas de logro. Vos sos eso, sos mi viejo que volvió en forma de fichas, la que necesito escuchar pero no me define. 
Te llevaste, o tal vez te lo di, no sé bien que pasó, eso que todos dicen es de lo mejor que tengo, mi sonrisa y las ganas de hacer reír. Ni siquiera supiste darte cuenta, ese pedazo de papel higiénico que te quedó en la zapatilla cuando salías del baño. Sos ese raspón que dolió pero en la ducha arde más. 
Como explicar algo que no se explica, que todos se morían de envidia de como te miraba y lo sabían, ahora podés buscar quien lo haga como yo o mejor. 
Ojalá haya un tacho verde de sentimientos donde podamos reciclar lo que pasó para volver a mirar a alguien así, pero no es tan fácil como el cambio de caras del snapchat. 
Acá sigo, se me pinchó la rueda y no tengo parche ni inflador, no tengo aire para soplar, solo queda ver como seguís pasito a pasito yéndote. Esperando que el camino sea un circulo y no una recta de llegada, que algún día suene el timbre y escuché tu voz preguntando si podés pasar. 
Maldita sea la mano bien apretada, el hilo rojo enredado o lo que sea que no permite dejarte ir, soy ese actor de reparto que está en el medio de la historia de amor, el que desaparece y nadie recuerda, ese Tom enamorado de esa Summer que entiende todo después. 
La yerba de un mate lavado, los restos que tiras al compos, esa mancha molesta de pasta de dientes, esa mierda de tu zapato que limpias con la ramita, descartable, desechable, reemplazable, mi terror más profundo hecho realidad, ese que te conté en más de una vez, el juego del miedo con el payasito y todo, la lamparita quemada, la comida vencida, la birra que te olvidaste en el freezer y se congeló. Y sí, ya sé que ya sabemos que se siente tener todo roto por dentro, solo que a veces necesitamos una segunda oportunidad para no sentirnos basura en el CEAMSE, mal oliente y mal herido. 


miércoles, 3 de octubre de 2018

Decanto de ideas

Ahí arrancó la debacle, al pibe le empezó a caer la ficha, descubrió lo asombroso que es cuando pasa,  esa idea cae y te lleva por delante como un tren bala. Se vació y quedó descartable, una botella de plástico, pero con el antifaz corrido.
Sordo de consejos, esclavo de sus palabras. Él descubrió que, quien quiere puede, que el amar es libertad y cuidado, no se puede planificar,  si se programa es forzado, si se fuerza se rompe, si se quiebra, quien quiere lo arregla... hasta los corazones.
Aceptó finalmente que quien te ama cuando brillas vale, pero quien te ama en tu desastre es para siempre, que hay silencios que valen más que mil palabras y ausencias que explican más que muchas imágenes. Que quien te quiere en la tormenta se moja con vos, no busca otro techo,  quien se va en el primer viento fuerte era porque tenia la casa del primer chanchito, se dio cuenta que era el tercero.
Que vale más un "¿Cómo te fue hoy?" cada día, a unas horas de sexo en la semana o en el mes.
Que no es lo mismo amarSE, amarTE, amarNOS, que la comodidad de quedarse en el molde, en el "a ver que pasa". Que un acto de amor inesperado y espontáneo es más real que mil citas románticas. Que el tiempo regalado vale más que el dinero en la billetera, pero que gastar su tiempo de trabajo en el otro desinteresadamente vale doble, que el tiempo del otro no se ruega ni se pide.
Que un perdón se gana pero también debe haber predisposición, que un corazón hay que sanarlo con amor y sin lastimar el otro, que la cabeza, la gilada y el puterío juegan otro partido y si hay amor nada importa, si se le da cabida al resto y "al que dirán" tal vez no haya sentimiento que aguante. Que el amor es hacer esas cosas inconscientes que harían que los demás te digan pelotudo.
Cuando terminó de entender, sintió bronca e impotencia, después sintió la paz de dejarlo todo aunque no haya servido, una paz irrelevante pero sin reproches. No había nada por cuestionarse, ni palabras que hayan faltado decir, todo había sido real, sin chamuyo, le hubiese dado todo con solo aceptarlo, pero a veces uno da todo y no gana. Una derrota digna, solo sirve para que la próxima victoria valga un poco más.

martes, 11 de septiembre de 2018

Acostados

Estaban acostados, ella teniendo su sueño, sus cuerpos cuadraban como dos piezas fabricadas en el mismo lugar, él no podía dormir apreciaba su cara perfecta, acariciaba su espalda con la yema de sus dedos y la veía en ese viaje onírico con algunos saltos. No quería cerrar los ojos, tenía miedo de despertar, que todo sea un sueño, que se le escape de nuevo como agua entre los dedos.
Mientras ella tan perfecta, dormida con una paz increíble, despertaba en él, sensaciones no encontradas en su diccionario anteriormente.
¿Cómo había logrado incrustarse tanto en su alma? Nunca se había sentido tan desarmado, tan expuesto a ser lastimado, tan cerca de la sinrazón.
¿A dónde caerían los restos de él si nada de esto funcionase? Con solo pensarlo la abrazaba un poco más aunque ella no se diera cuenta, no tendría nunca ni la más mínima idea de lo que él era capaz de hacer por su amor, cosas que nunca hubiese imaginado, la alegría de despertarla a besos y la felicidad de tomar su mano cuando caminan, nunca experimentó tal fascinación en esos detalles.
Una pequeña escena, despertaba en un segundo, todo lo que quería esconder para no asustarla.
No estaba dispuesto a probar si ella lo extrañaba cuando se iba, solo dar lo que tenía, no creía agotarse, solo agradecer cada minuto, así pudo vivir con más calma, siendo agradecido, sin estratagemas, ni planes, soñando un futuro de la mano, pero viviendo al día como si no llegase a fin de mes con las cuentas.
Aprendió a agradecer cada oportunidad y a extrañar esos ataques de amor que le agarraban a ella de vez en cuando, vivía entre la nostalgia y el placer de tenerla de otra forma. El amor transforma, a él, a ellos, en otra cosa pero confiaba que siempre en algo mejor. Crecer, cambiar, no perder eso que es tan raro de conseguir.
Con el aparato mediático de la facilidad, en el confort de abandonar, en el auge del narcisismo extremo, ellos entendieron que las cosas no se dan por perdidas, se curan, se arreglan, se trabajan y se construyen. En la moda de soltar, ellos cometieron la locura de agarrarse más fuerte a pesar de las tormentas.

sábado, 1 de septiembre de 2018

Pequeñas líneas sin propiedad

Las cuentas no le cerraban, nunca había sentido algo como aquello. La casa fría a temperatura dolor de corazón. La cuenta seguía sin cerrar, los títulos de propiedad estaban perdidos, ya no le pertenecía ni el corazón, ni los sueños, ni pensamientos. 
En su ausencia la casa tenía un frío polar, en la cama necesitaba estar vestido para calentar el cuerpo, pero cuando ella llegaba con su sonrisa, con sus besos, con su piel, calentaba el hogar, la cama y el corazón. En el mayor de los inviernos, aún en la más cruda de las olas polares, ellos dos con solo abrazarse, no necesitaban abrigo. 
Ella lo hacía reír como nadie, aprendió todo de la muchacha, como sentir, como pensar, como actuar. Le enseñó que el corazón es de quien lo haga sonreír con solo mirar, eso le sucedía con ella. Todo de él le pertenecía, las cuentas no le daban pero tampoco le preocupaba. 
Entendió que amar se trata de dar sin esperar recibir, se ama y ya, se siente y no se cuestiona, tan sencillo como ser o estar. Dar amor es darse entero, sino no tiene sentido hacerlo. 
Desde hace tiempo hacen sonreirse los corazones, lejos de todo plan, se calientan aquel con solo mirarse.