Entonces estaban esos ojos besándole el alma. La realidad que se cumple en sus mentes ¿a caso es menos real? si ambos se sueñan, se imaginan al mismo tiempo en el mismo lugar ¿no pasa a ser real eso que piensan?
El destino tan caprichoso como el fuego, los quema, se calcinan sus entrañas y arden sus lágrimas al caer por sus mejillas. El se resiste a la idea de dejarla partir de sus sueños, ella pide limites a sus deseos y se pierde en la inmensidad de su interior.
Aquellas manos que alguna vez formaron corazones, hoy se unen en silencio, se abrazan a escondidas.
¿Qué importa si no pasa en el universo físico? en sus mentes pasa y es igual de real, porque aquellos corazones laten a un mismo ritmo. Escapados del tiempo, viajando por sus pensamientos, se besan sin recelos en las caras de todos y de su ignorancia.
Recuerda ese primer momento que la vio y sus ojos, sin mirarlo siquiera, se apoderaron de él para siempre, esa risa enloquecedora se apropio de su cordura. Desde ese día la amó hasta la locura, toma ese recuerdo y en él la besa para, en su mente, cambiar el destino, aquel opresor que los obliga a vivir en sus pensamientos.
Le pide con una mirada que no se vaya de sus sueños y ella le pide con una lágrima que sean libres de su suerte echada.
Así se amaron sin tiempo, ni lugar, para siempre, en sus mentes y corazones.
jueves, 30 de octubre de 2014
La suerte echada
miércoles, 15 de octubre de 2014
Al abrir los ojos
Se levantó, al abrir los ojos la miró. Prestó especial
atención a cada uno de sus cabellos, como caían sobre su espalda, continuó con esta y recordó los besos en ella de la noche anterior que tanto hacían
erizar su piel. Al cerrar los ojos, pudo ver su cara, sus ojos, su boca, su
gesto de placer y lo hizo sonreír.
Al reabrir los ojos ella no estaba, era otra la espalda que
besaba y eran otras las manos que acariciaba. Le arrebató una lágrima la idea
de una eternidad sin ella pero no podía tener esos abrazos presentes.
Pasaron los días y su ausencia sólo consiguió perderlo más
en otros brazos, dentro suyo sabia que la estaba esperando y que esas aventuras
eran recuerdos que su corazón no iba a guardar.
El tiempo le trajo heridas que el pasado no quiso comprar, por esa razón
se las quedó el presente y no pudo detener la hemorragia de su alma.
El miedo a sufrir se apoderó de él, comenzó a amar a medias.
El terror lo petrificó y los recuerdos de una felicidad absoluta lo traumaron.
Ya no podía abrirse ni decir te quiero, no lograba abrazar con amor y pasión.
Quiso vivir mil historias para ver si alcanzaban a ser una y
no logró hacer especial ninguna.
Pensaba a diario en cada señal del destino, en cada vez que
su mirada le besaba hasta la sombra, en la primera vez que su sonrisa le puso la piel de gallina y supo que nada sería igual a ella. Visualizaba cada situación
que su corazón latió para decirle es ella y cada momento que las mariposas de
su estomago hacían una revolución con sus besos. Cada situación en la cual
sintió el cosquilleo.
Entonces un día abrió los ojos, vio la espalda de su
acompañante, vio su cuerpo a media sombra por la luz que ingresaba tímidamente
por la ventana, vio su pelo caer por sus hombros y los besó sonriendo, el
tiempo ausente no es tiempo cuando el corazón espera. Todo es eterno y todo es
mínimo al regresar el amor. Al abrir los
ojos vio que era ella, esa misma espalda, ese mismo pelo, ese mismo latir.
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