La botella que cortas para armar el viajero, el balde donde descargas los fluidos alcohólicos de una noche de borrachera, la durabilidad de una historia de Instagram, el mensaje eliminado de WhatsApp, en la cultura del descarte, somos eso que se tira. Maldita costumbre la de soltar y yo sin aprender a abrir la mano.
Ese insomnio que no se cansa, el miedo de tenerte en los sueños para perderte otra vez en el nuevo día. Ya no se aguanta más que no estés en cada despertador de la mañana, por eso no duermo y pierdo la cordura ¿Cómo apagar el sentir? ¿dónde quedarías vos si yo cerrará el corazón ahora?
¿Tendré que dedicarte algo para olvidarte o será que ya no podés aguantar las ganas de hablarme?
Ese insomnio que no se cansa, el miedo de tenerte en los sueños para perderte otra vez en el nuevo día. Ya no se aguanta más que no estés en cada despertador de la mañana, por eso no duermo y pierdo la cordura ¿Cómo apagar el sentir? ¿dónde quedarías vos si yo cerrará el corazón ahora?
¿Tendré que dedicarte algo para olvidarte o será que ya no podés aguantar las ganas de hablarme?
Tantas voces de aliento y solo quiero escuchar una que me diga todo lo que soy ¿por qué será que para ser, se necesita de alguien que solo estuvo un rato?
A veces siento que sos la voz de mi viejo, esa que siempre me decía lo que faltaba en la cancha, aunque todos digan el buen partido, el buen jugador o las ganas que ponía, si me decía que algo me faltaba, no cumplía las expectativas de logro. Vos sos eso, sos mi viejo que volvió en forma de fichas, la que necesito escuchar pero no me define.
Te llevaste, o tal vez te lo di, no sé bien que pasó, eso que todos dicen es de lo mejor que tengo, mi sonrisa y las ganas de hacer reír. Ni siquiera supiste darte cuenta, ese pedazo de papel higiénico que te quedó en la zapatilla cuando salías del baño. Sos ese raspón que dolió pero en la ducha arde más.
Como explicar algo que no se explica, que todos se morían de envidia de como te miraba y lo sabían, ahora podés buscar quien lo haga como yo o mejor.
Ojalá haya un tacho verde de sentimientos donde podamos reciclar lo que pasó para volver a mirar a alguien así, pero no es tan fácil como el cambio de caras del snapchat.
Acá sigo, se me pinchó la rueda y no tengo parche ni inflador, no tengo aire para soplar, solo queda ver como seguís pasito a pasito yéndote. Esperando que el camino sea un circulo y no una recta de llegada, que algún día suene el timbre y escuché tu voz preguntando si podés pasar.
Maldita sea la mano bien apretada, el hilo rojo enredado o lo que sea que no permite dejarte ir, soy ese actor de reparto que está en el medio de la historia de amor, el que desaparece y nadie recuerda, ese Tom enamorado de esa Summer que entiende todo después.
La yerba de un mate lavado, los restos que tiras al compos, esa mancha molesta de pasta de dientes, esa mierda de tu zapato que limpias con la ramita, descartable, desechable, reemplazable, mi terror más profundo hecho realidad, ese que te conté en más de una vez, el juego del miedo con el payasito y todo, la lamparita quemada, la comida vencida, la birra que te olvidaste en el freezer y se congeló. Y sí, ya sé que ya sabemos que se siente tener todo roto por dentro, solo que a veces necesitamos una segunda oportunidad para no sentirnos basura en el CEAMSE, mal oliente y mal herido.