jueves, 27 de marzo de 2014

La diferencia

Pocos son los puntos que nos separan de los "animales", "irracionales", "insensibles", "sin proyección a futuro", esto se piensa, lejos de entrar en un debate sobre el tema. 
Pensar, hablar de lo que sentimos, tener introspección y evaluación de nuestros actos. Sería tener una cierta conciencia del bien y el mal, tener una autoevaluación de esa pequeña, delgada, línea que hay para separar lo que le hace mal al otro y lo que no, para separarnos de lo que consideramos "animales".
Movimientos irracionales, pasionales dirían algunos, como los del barrio Azcuénaga, no hacen más que acercarnos a nuestro estado "primitivo" si es que tal cosa existe. 
No puedo todavía determinar que me genera más vergüenza de pertenecer al ser humano, que se haya llegado al hecho de matar a una persona, de parte de gente "bien", gente "educada", "formada", o las repercusiones de la gente, que se considera de esta misma índole, que festeja y celebra la muerte de un pobre pibe que sólo es una consecuencia más de un sistema que se aprovecha, exprime y explota sin compasión. 
Es más fácil apalear una consecuencia del sistema, es más conveniente matarnos entre nosotros que atacar la causa directa. 
No hay justificación para terminar con la vida de una persona, ni para un lado, ni para el otro. Mi mayor confusión no pasa por el hecho en sí, sino porque estas personas que se hacen llamar civilizadas, mejores, los que "merecen" más la vida que el otro, también en última instancia terminan haciendo lo mismo, siendo igual de terribles las acciones de lo que se jactan no ser. 
Deberíamos atacar todos juntos el problema, si queremos terminar con la muerte de las personas inocentes, debemos atacarla con vida, con amor. Hay quejas de la inseguridad buscando el castigo de aquellos que nacen sin salida, queremos la muerte de aquellos que ya se conciben muertos para la sociedad. Si no estamos dispuestos a trabajar en los barrios, en los hogares, en la calle, no cambiaremos nada en esta sociedad, va a seguir siendo la misma, injusta, terrible, insensible, sanguinaria.  
El ser humano termina siendo la queja constante a algo que nosotros solos debemos y podemos cambiar, pero no se hace desde la queja, desde la comodidad de un sillón y una heladera llena de cosas que no necesitamos, teniendo hasta el explotar de nuestros bolsillos y alacenas. Mientras algunos se arrastran por un poco de comida, otros se arrastran por un poco de poder. 
Algunos se manejan en cuatro patas para conseguir el dinero que luego derrochan en apariencias, algunos otros buscan manejar la vida de las personas como si fuesen dioses, pero nos quejamos cuando alguien no tiene esos mismos valores, porque tal vez, y solo tal vez, nunca trabajamos por el otro. 
Mientras sigamos siendo egoístas con el desconocido, con mi compañero, con el ser humano, mientras el otro siga importando poco, y sigamos siendo indiferentes al dolor ajeno, la única diferencia entre el "animal" y el ser humano será que ellos tienen un poco más de corazón que nosotros. 
Hay que trabajar por la paz, atacando la violencia con amor y vida, pero laburando, el cambio no se consigue con la queja y la comodidad, la transformación llega cuando realmente creamos que es posible, cuando podamos terminar con el hambre, con la injusticia y la indiferencia al dolor ajeno. 
Cuando lleguemos a este topos, mas no sea utópico, mientras más nos acerquemos, mejor vamos a estar y así esta diferencia si es que existe entre "animales salvajes" y el ser humano será cada vez menos "salvaje".
Hoy no sé en que lado prefiero estar, del "animal" o de este ser que se hace llamar "humano".

viernes, 14 de marzo de 2014

Entre mil planetas, entre mil vidas

Entonces despertó, al darse cuenta que no había seres alrededor, pudo vislumbrar una tierra desconocida para él. La paz de lo desconocido.
Él estaba dispuesto a cambiar de piel con tal de quedarse con ella, con tal de poder regalarle besos todos los días.
En las afueras de su alma se encontraba el incierto desalojo de su corazón. La había visto y creía conocer sus pasos. Creía saber que necesitaba y lo feliz que él podía ser en asistirla y acompañarla. Se dio cuenta que debía guardarse tanta entrega, que nunca debería haberse abierto con alguien de otro planeta. Apenas se manejan los mismos códigos con gente de tu propio país ¿por qué los compartiría con ella?
Pensó en ser feliz desafiando las estadísticas. Quiso ir contra lo impuesto socialmente, quiso ser más que un terrícola y un extraterrestre.
No entendió que mientras él quería salvar su mundo, ella quería destruirlo. Quiso ser más, quiso ser ángel y guardián. Sintió las ganas de arremeter contra asteroides y desafió alturas por su amor.
Es que los terrícolas se concentran en lo que sienten, los extraterrestres sienten teniendo, aman por mundos y no por locura, abrazan cosas en vez de almas. Él buscó enamorar un Alíen pensando que el destino los había unido por siempre y vio sus sueños fracasar al ver que su ser alienigeco se fue sin más por no pensar, que mintió en cada una de sus palabras y sabiendo que nunca leería ningunode sus cuentos.
Buscaba amar lo imposible y aprendió a no sentir. Se hizo un poco mutante, con piedras en el alma y el corazón para no poder volar. Usó sus tácticas de vida inteligente sólo pensando sin sentir, la oscuridad de sus orejas gigantes no eran para oír sino para mentir mejor.
¿A dónde fueron tantas palabras usadas para complacer y no por sentir? Los de otros planetas aprenden el idioma terrestre sin saber que significan y así prometen sin esconder culpa, no poseen significación.
Su mano se separó de la de él y entendió que nunca tuvo chances, el partido estaba perdido antes de comenzar.
La noche y las estrellas, la luna y sus marcas, satélites y estrellas fugaces deseos volando en el cielo, la noche flotando entre mil mundos.
Entre tantos esta él, esta ella y están todos los seres. En mil mundos, hay mil vidas.
Cada vez que él miró, el ser miraba, hasta que un día no miró más y empezó a ver.
Cuando estaba por llegar al mundo tuvo que regresar a su planeta y entre tanto patriota suelto no podía equiparar el sentimiento que se había generado de su mentira
Lo usó hasta aburrirse y luego lo soltó, fue la mascota del extraterrestre.
Él, nunca entendió porque hirió así, pero aprendió a no mirar más los telescopios.
 

lunes, 10 de marzo de 2014

Barquito de papel

El niño de chiquito había aprendido a hacer barquitos de papel. Desde pequeño vio como esas obras de la ingeniera papelera podían atravesar ríos extensos con tormentas importantes y estas creaciones seguían a flote.
Quiso aprender a hacer barcos de papel de esa categoría y siempre lo intentó con gran esfuerzo. Pasaba horas seleccionando el papel conveniente, la hoja especial que sería la indicada. Tuvo intentos fallidos, no logró controlar factores que no había tenido en cuenta. Cada dobles era importante, cada papel girado para adentro, para afuera tenía su lugar de pertenencia, hacerlo sin convicción corría peligro por cada gota que le cayese. El barco podía aguantar por menores en la parte exterior pero debía intentar por todos los medios que no cayera agua en su interior. Quería inventar, crear un barco que superara cualquier tormenta, cualquier adversidad. Creía en él pero no sabía cómo hacerlo, así que intentó. El papel no fue elegido, casi que este lo encontró a él. Buscó por todos lados un papel mejor pero no encontró alguno que le significase tal magnitud para el viaje a emprender. Era un material con contenido de su pasado, era un papel con la firma de su padre con una dedicatoria antes que se marchase: "Ojalá puedas cumplir tus sueños", decía el papel, lloró y sonrió pensando que era el indicado. Comenzó los dobleses con convicción pensando que podría construir aquella utopía de sus primeros año.
El barco parecía lo bastante fuerte. Tenía fortalezas enormes, un amplio borde que no dejarían a cualquier ola salpicar su interior y un mastil preparado para cualquier viento. Allí se largo. La primer ola le provoco terror pero el niño al ver salir su creación con éxito se alegro. La segunda el pequeño lo tomó con otro aire, un poco más seguro, pensando que si debía caer tenía que hundirse y listo.
El problema fue cuando se desato una tormenta. Fuertes vientos, la lluvia caía estrepitosa sobre la vela y las olas pegaban en los bordes con una energía potente. Si superaba tal catástrofe, superaría cualquiera.
Y fue así, la superó, no se veía como al principio sino que parecía más fuerte o esa era su sensación.
El niño tuvo que aprender de mala forma que las apariencias engañan y no todo puede ser para siempre, lo aprendió de la peor forma, cuando menos se lo imaginó, cuando más confiado estaba en su creación.
No pensó que aquella ola hiciese eso, no pensó que sus sueños terminarían en aquel liquido. La tormenta dejó el barco débil, lo último que pudo ver fue la tinta negra borroneada al sumergirse el papel.