Pensar, hablar de lo que sentimos, tener introspección y evaluación de nuestros actos. Sería tener una cierta conciencia del bien y el mal, tener una autoevaluación de esa pequeña, delgada, línea que hay para separar lo que le hace mal al otro y lo que no, para separarnos de lo que consideramos "animales".
Movimientos irracionales, pasionales dirían algunos, como los del barrio Azcuénaga, no hacen más que acercarnos a nuestro estado "primitivo" si es que tal cosa existe.
No puedo todavía determinar que me genera más vergüenza de pertenecer al ser humano, que se haya llegado al hecho de matar a una persona, de parte de gente "bien", gente "educada", "formada", o las repercusiones de la gente, que se considera de esta misma índole, que festeja y celebra la muerte de un pobre pibe que sólo es una consecuencia más de un sistema que se aprovecha, exprime y explota sin compasión.
Es más fácil apalear una consecuencia del sistema, es más conveniente matarnos entre nosotros que atacar la causa directa.
No hay justificación para terminar con la vida de una persona, ni para un lado, ni para el otro. Mi mayor confusión no pasa por el hecho en sí, sino porque estas personas que se hacen llamar civilizadas, mejores, los que "merecen" más la vida que el otro, también en última instancia terminan haciendo lo mismo, siendo igual de terribles las acciones de lo que se jactan no ser.
Deberíamos atacar todos juntos el problema, si queremos terminar con la muerte de las personas inocentes, debemos atacarla con vida, con amor. Hay quejas de la inseguridad buscando el castigo de aquellos que nacen sin salida, queremos la muerte de aquellos que ya se conciben muertos para la sociedad. Si no estamos dispuestos a trabajar en los barrios, en los hogares, en la calle, no cambiaremos nada en esta sociedad, va a seguir siendo la misma, injusta, terrible, insensible, sanguinaria.
El ser humano termina siendo la queja constante a algo que nosotros solos debemos y podemos cambiar, pero no se hace desde la queja, desde la comodidad de un sillón y una heladera llena de cosas que no necesitamos, teniendo hasta el explotar de nuestros bolsillos y alacenas. Mientras algunos se arrastran por un poco de comida, otros se arrastran por un poco de poder.
Algunos se manejan en cuatro patas para conseguir el dinero que luego derrochan en apariencias, algunos otros buscan manejar la vida de las personas como si fuesen dioses, pero nos quejamos cuando alguien no tiene esos mismos valores, porque tal vez, y solo tal vez, nunca trabajamos por el otro.
Mientras sigamos siendo egoístas con el desconocido, con mi compañero, con el ser humano, mientras el otro siga importando poco, y sigamos siendo indiferentes al dolor ajeno, la única diferencia entre el "animal" y el ser humano será que ellos tienen un poco más de corazón que nosotros.
Hay que trabajar por la paz, atacando la violencia con amor y vida, pero laburando, el cambio no se consigue con la queja y la comodidad, la transformación llega cuando realmente creamos que es posible, cuando podamos terminar con el hambre, con la injusticia y la indiferencia al dolor ajeno.
Cuando lleguemos a este topos, mas no sea utópico, mientras más nos acerquemos, mejor vamos a estar y así esta diferencia si es que existe entre "animales salvajes" y el ser humano será cada vez menos "salvaje".
Hoy no sé en que lado prefiero estar, del "animal" o de este ser que se hace llamar "humano".