Nos encontramos ante la desolación de ser únicos.
Apostando a algo que muchos les dicen imposible, creerles era el camino fácil, amoldarse a las estructuras era lo sencillo y poco problemático.
Abrir la cabeza, descubrir el secreto tiene de complicado que no se puede quedar callado.
No pudimos callarnos.
Mientras las gárgolas anuncian la calamidad del tiempo, la oscuridad y los alineamientos de perder todo tipo de ideal. Mientras aquellas criaturas profetizan incoherentes el caos que trae el formarse tras las filas del sistema tan bien armado. Mientras estos monstruos buscan justificar sus acciones con apelativos al pasado similar al nuestro.
Las gárgolas buscan limpiar culpas de haber dejado de soñar por las noches porque se sintieron obligados a abandonar la utopía. Dicen haber tenido que adaptarse por obligación, dicen haber tenido nuestros sueños pero que después no pudieron dormir más.
Hoy nos encontramos denunciando y anunciando la posibilidad de paz, depende sólo de aquellos que quieran practicarla. No es "no puedo" hacer la paz, es no quiero. No es "no puedo" terminar con el hambre, es no quiero terminar con el hambre. Así los estúpidos soñadores seguimos soñando una canción todavía no cantada pero sí que está armándose.
Somos pocos y somos muchos. Las gárgolas tal vez sean muchas más. No se puede esconder un secreto si este nos lleva al paraíso.
Las gárgolas ya no duermen de noche por eso no sueñan, por eso celosas les hablan a los personajes aún humanos para que se rindan, porque demostrar la posibilidad de la esperanza de ese sueño real sería un golpe bajo a su autoestima, se hicieron gárgolas por no creer su sueño, porque se olvidaron en algún punto del camino, que creer es crear. Nosotros creamos nuestro sueño, que es, seguir soñando que soñamos todos juntos creyendo el mismo sueño.
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